domingo, 1 de diciembre de 2013

YO, LIBRE. UN VIAJE AL INSTANTE PRESENTE.


Muy buen documental para entender la IE de otra manera... para buscarse a sí mismo para entender el entorno.
Es genial poder ir descubriendose como un SER único y no como muchos Egos ( lo que nos han dicho que seamos) el yo interno, el yo real es que que te dice lo que tu ves, cual es tu opinión, que sientes al hacer algo, quien eres...
Solo hay que estar presente en el aquí y ahora, la única manera de vivir en paz es siendo responsable con lo que tu piensas, con lo que tu ves, con lo tu respondes... para alcanzar la libertar.
Atender a tu resposabilidad y desapegarte de todo a lo que tienes... ahora ¿cómo se hace? poniendo tu atención... aprendes día tras dias, con tus palabras con el quiero hacerlo, solo hay que cambiar el tener que.... por el quiero.
Si dejas que todo lo que pasa en tu mundo interior es responsabilidad de los demás... jamas serás libres porque siempre estarás apegado y dando tu libertad ha otra persona o a la sociedad.
Cuando lo ves, cuando despiertas.... y cambias tu pensamiento, tu lenguaje y corriges lo que te ocurre.... TU MUNDO CAMBIA.
ánimo que se puede conseguir
un abrazo

lunes, 4 de noviembre de 2013

¿Cómo ser más conciente?

El ser humano tiene consciencia de sí mismo, de su entorno, de las decisiones que toma y de las repercusiones de sus actos. Debemos aprovechar estos atributos para progresar y mejorar como personas. Pero en nuestra vida ajetreada esto a veces no es fácil. ¡Analicémoslo!
CUANDO LLEGA LA RUTINA
Nuestra vida cuotidiana consiste en la sucesión de días más o menos iguales regidos por la relación con los familiares, los compañeros de trabajo, los clientes, la gente, conocida, las personas con las que nos cruzamos… Cuando las cosas se repiten día a día es fácil que se transformen en rutina y, de forma inconsciente, actuamos como si tuviéramos el piloto automático: tenemos demasiadas cosas que hacer antes que analizar cada caso y actuamos según unos patrones establecidos que se adecuan a cada situación.
Esto, que en principio puede parecer lógico y necesario en nuestra sociedad ajetreada, provoca a veces que dejemos de vivir conscientemente las situaciones cotidianas para ahorrarnos tiempo. A mi entender, esto tiene un gran contratiempo ya que el hecho de actuar con el piloto automático, sin pensar a fondo sobre como actuamos en nuestra vida, nos desconecta de nosotros mismos y impide que progresemos.
SE REPITEN LAS SITUACIONES… Y LAS REACCIONES
Si nos paramos un momento y analizamos, por ejemplo, como hemos vivido los días de la última semana, nos daremos cuenta que son bastante parecidos. Y concluiremos que nuestro comportamiento acerca de nuestro día a día tampoco no ha variado mucho. Fijémonos ahora en las cosas que nos disgustan. Ha habido varias en cada uno de los días. Y hemos actuado de forma similar en todas ellas de una forma automática y sin pensar. Me vienen a la cabeza  cosas tan simples como:
1-  molestarnos porqué el coche de adelante nos ha hecho frenar
2-  alterarnos en exceso porqué nos han dicho algo que no nos ha gustado
3-  posponer una visita a un amigo porqué “no tenemos tiempo”
4-  no saludar al vecino porque “es un antipático”
5-  enfadarse porque a nuestra pareja se le ha roto un plato
6- estresarnos por las muchas cosas que tenemos por hacer
7- (seguro que encontraréis algún ejemplo a vuestra medida)
Si analizamos cada uno de nosotros veremos que en determinadas situaciones actuamos según un guión escrito en nuestro inconsciente que nos hace actuar de la misma forma día a día, invariablemente. Esto nos lleva a actuar siempre de la misma forma delante de las cosas que nos incomodan. Pero… ¿y si tomamos consciencia y miramos de cambiar esas actitudes?
LA TOMA DE CONSCIENCIA
Ser conscientes de las cosas que nos ocurren nos permite abandonar el piloto automático, analizar sin condicionantes previos cada situación y actuar sin guiones establecidos. Así pues, volviendo a los ejemplos anteriores, quizá concluiremos que:
1- no debemos molestarnos porque ayer nosotros hicimos frenar a un coche
2- no sirve de nada irritarse en desmesura cada vez que escuchamos algo que no nos gusta
3- siempre hay un momento para visitar  a un amigo
4- si no saludamos al vecino quizá los antipáticos seamos nosotros
5- ¿cuantas veces yo he roto cosas, no es eso normal?
6- Estresarnos y preocuparnos por las cosas que tenemos por hacer no sirve para nada, simplemente para alterarnos y para demorar la resolución de los problemas
ALGUNOS CONSEJOS
Cada día cometemos los mismos errores y actuamos como no debiéramos por falta de consciencia y esto hace que tropecemos una y otra vez con los mismos obstáculos que no nos permiten progresar. Os doy unos consejos básicos que espero os ayuden a tomar consciencia:
- Sed conscientes y disfrutad de las cosas más básicas y cotidianas como, por ejemplo, lavar los platos ¡Si os lo proponéis, hasta puede ser divertido! El simple hecho de ser conscientes de ello hará que disfrutéis más.
- Experimentad qué sentís en situaciones que no os gustan. Ser conscientes es la mejor forma de buscar soluciones y evitar reacciones primarias que no solucionan nada sino que a veces hasta empeoran la situación.
¡No tengáis prisa! Es la peor enemiga para ser consciente de todo lo que ocurre a nuestro alrededor.
Pensad en el ahora. ¿Cuantas veces no vivimos el presente porqué estamos pensando continuamente en el pasado o en lo que creemos que vendrá?
Reservad un momento de vuestro tiempo para reflexionar como ha ido el día. ¿Qué os ha disgustado? ¿En alguna ocasión habríais podido actuar de otra forma? Tenemos muchas cosas que hacer pero si prescindimos de lo prescindible (por ejemplo, no mirar la tele o mirarla menos) tendremos tiempo para lo imprescindible.
Proponeos cambiar algún aspecto de vuestra vida. No necesitáis hacer grandes cambios. Podéis, por ejemplo, plantearos no enfadaros en una situación donde otras veces os habéis enfadado. Si lo conseguís, os cargaréis de moral y eso os animará a afrontar retos mayores.
Plantearos cada día como una oportunidad para mejorar o superar     barreras con las que tropezáis a menudo. La frase del cantante “hoy puede ser un gran día, plantéatelo así” no es ninguna demagogia.
Ser conscientes de nuestras vidas es el requisito indispensable para disfrutarlas y dirigirlas, para ser jefes de nosotros mismos, para crecer como personas y para mejorar el mundo en qué vivimos.

Entrada por Albert Torrent del Equipo MeSiento.com

¿Cómo me preparo para iniciar una sesión de Coaching

                                                               Los mejores Coachs son aquellos que saben estar presentes,
                                                                  sintonizados con sus clientes y conscientes del proceso.
Como coach, esta pregunta me parece fundamental y su repuesta estará vinculada a nuestra experiencia, a nuestros valores, emociones, estados anímicos, predisposición, funciones y objetivos y nuestro nivel de consciencia.
Personalmente esta pregunta  me ayuda a centrarme y me permite ser consciente de mi misma como persona y como coach. Me conecta con mi rol y con mi predisposición hacia mi cliente. Pararme un momento antes de acoger a mi cliente, respirar y reflexionar sobre lo que me está pasando y como me estoy sintiendo me permite vaciarme de mi misma y abrirme a lo que el cliente quiera compartir en la sesión.
No siempre ha sido así. Cuando inicié mi andadura como Coach, tuve la suerte de poder supervisar mi praxis y el desarrollo de mis procesos. Desde mi inconsciencia, en ocasiones me precipitaba e iniciaba  alguna sesión sin haberme escuchado a mi misma. En otros casos era a lo largo de la conversación que algún tema “me resonaba” y me desconectaba del proceso y de mi cliente. En otras situaciones mi estado anímico, mis propias creencias limitadoras, mi impaciencia o el juez que llevo dentro estaban interfiriendo en el fluir  del proceso. Otras veces me colocaba inconscientemente en otro rol, ya que en lugar de acompañarlo como coach tendía  a colocarme en otros roles más interiorizados anteriormente, el de psicoterapeuta o el de profesora.
La reflexión interna y la supervisión externa han sido claves para entrenar las habilidades que me permiten iniciar y realizar procesos con mayor consciencia de mi rol como coach.
¿Te ha pasado alguna vez que no te has escuchado y has iniciado una sesión sin haber “escaneado” tu mente, tu corazón, tu cuerpo, tu espíritu? ¿Cómo influye en el proceso? Cuando estás enojado, asustado o triste, cuando estás distraído, disperso, espeso o cerrado, cuando estás cansado, inquieto, dolorido sientes frío o calor, hay poca luz o demasiada…¿te cuesta conectar con el cliente? ¿Eres conciente del impacto que puede tener en el éxito de la sesión?
Cómo coachs asumimos una gran responsabilidad: dar lo mejor de nosotros, estar despiertos y atentos. Respetar a nuestro cliente implica acompañarle asumiendo nuestro rol de manera consciente.
¿Qué ocurre cuando de manera precipitada, inconsciente, desconectada o enturbiada iniciamos la sesión? ¿Cómo afectará al vínculo con el cliente? ¿Al ritmo y cadencia de la conversación?
Cada vez que iniciamos una sesión de coaching surge una gran oportunidad para poner en orden nuestras emociones, sensaciones y pensamientos, para centrarnos en nuestro rol y en nuestro cliente. Explorar lo que nos está pasando interna y externamente, nos permitirá recolocarnos, tranquilizarnos, abrirnos y predisponernos a dar una cálida acogida a nuestros clientes. También facilitará conectar con nuestras fortalezas, competencias y recursos.
Antes de acercarnos al cliente, parar unos instantes, respirar hondo y conectar con nuestro silencio interior, con la amabilidad y la confianza nos abrirá las puertas al otro y así crearemos las condiciones para que el cliente también pueda abrirse a ese silencio interior, aquel que le permitirá encontrar las mejores respuestas a sus dudas e inquietudes, el mejor plan de acción para lograr sus objetivos y la inspiración para lograr sus sueños.
No es fácil llegar a nuestro silencio interior, para ello primero hemos de parar, respirar y escuchar nuestra mente, el carácter de nuestro “ruido interno”, nuestros sentimientos y actitudes o predisposición, nuestras intenciones y los valores que nos guían. Cuando lo escuchamos podemos intervenir e influir para efectuar los cambios necesarios para que no interfiera. Este cuestionamiento facilita que conectemos con la mejor versión de nosotros mismos, con aquella que es amable, comprensiva, paciente, receptiva e intuitiva, imprescindible para acompañar de manera efectiva a nuestros clientes, la que nos permite infundir confianza y autenticidad al proceso, la que facilita que el cliente se abra y conecte con su verdad.
A lo largo de la sesión,  somos asimismo, responsables de advertir de dónde surgen nuestras preguntas, como estamos realizando los feedbacks, la calidad de nuestra escucha empática, nuestro estado anímico o si el tema nos puede estar “resonando”. En definitiva, desde la autoconsciencia y la autorreflexión nos comprometemos con nuestro rol, y respetamos al cliente y su proceso de cambio.
Se trata de recordar y mantener esta atención a lo largo de todo el proceso. Esto requiere un entrenamiento que no puede practicarse solamente cuando estamos haciendo sesiones de coaching. Es una manera de estar. Es una filosofía de vida. Es un hábito que debería formar parte de nosotros, para poder acompañar a otros en la generación de este hábito que les permitirá incrementar su conciencia para tomar las mejores decisiones.
Uno de los objetivos subyacentes al proceso de coaching es la toma de consciencia del cliente de lo que le está pasando en ese momento, de lo que está pensando, sintiendo y percibiendo, de las decisiones que está tomando y de aquellas creencias que lo limitan, de lo que está haciendo y cómo está viviendo su realidad, si está decidiendo conformarse, victimizarse, preocuparse… Desde esta toma de consciencia podrá cambiar y tomar las mejores decisiones, aquellas que le acercan a sus sueños y objetivos, aquellas que le aportan los resultados deseados.
Cuando el cliente es conciente de lo que está pasando adquiere poder para influir sobre ello, desde su capacidad de elegir. Desde esta toma de consciencia puede ejercer su libertad, ya que se le ofrecen nuevas alternativas y posibilidades de cambio, más de las que en un principio creía poseer.
¿Cómo podemos acompañar a nuestros clientes en esta toma de conciencia si no somos capaces de hacerlo nosotros? De nada nos servirá conocer la teoría, almacenar técnicas y recursos, acudir a todas las formaciones posibles si no somos capaces de estar presentes, especialmente cuando vamos a iniciar un proceso, cuando lo estamos realizando y al finalizarlo.
Cómo Coachs, se nos presenta un gran desafío: desarrollar aquellas habilidades que nos permitan  “ser conscientes” de las decisiones que tomaremos a continuación. Las mismas habilidades que deberán desarrollar nuestros clientes para liderar sus vidas.
Imagina y visualiza que vas a iniciar una sesión. Te invito a parar, respirar y reflexionar:
¿Qué pensamientos están gobernando tu mente en este momento?
¿Qué sensaciones pueden estarte incomodando o distrayendo?
¿Qué emoción o sentimiento estás sintiendo?
¿De qué te has de desprender antes de empezar?
¿Cuál es tu predisposición hacia la otra persona?
¿Qué te permite ser un Coach que acompaña a su cliente?
¿Con qué has de conectar para ser ese coach?
¿Qué valores te inspirarán a lo largo de todo el proceso?
Sugerencia: aprovecha cualquier interacción para practicar. No practiques solamente cuando vayas a iniciar una sesión de coaching. Practica cada vez que vayas a iniciar una conversación con otra persona. Entrena y entrena…”Dar cera, pulir cera”. No desfallezcas en el camino. Es un entrenamiento que requiere constancia, perseverancia, fortaleza, honestidad, respeto y mucha amabilidad. Se trata de tenerlo cada vez más presente hasta que lo podamos integrar totalmente en nuestra vida, como forma de estar con nosotros mismos y en las interacciones con las demás personas.
A lo largo de este entrenamiento no sólo desarrollarás tu competencia como Coach, sino que tus relaciones mejorarán, te sentirás más en paz contigo mismo y generarás espacios de confianza y crecimiento en cada conversación que realices. 

Entrada sacada de Hermínia Gomà


miércoles, 30 de octubre de 2013

Sigo en un nivel medio de IE... pero estoy progresando

La inteligencia, en general, se puede definir como la capacidad para responder de la mejor manera posible a las demandas que el mundo nos presenta. Está formada por una parte intelectual y otra emocional.

La parte intelectual se llama inteligencia cognitiva y representa la parte de inteligencia que conocemos a partir de la escuela y la ciencia. Algunos ejemplos pueden ser reflexionar, examinar, acumular datos, conocer significados, decidir según la lógica, etc.

La inteligencia emocional es la capacidad para reconocer sentimientos propios y ajenos, y la habilidad para manejarlos. Algunos ejemplos pueden ser saber escuchar a los demás, ser agradable en las relaciones, no derrumbarse ante la presión, irritarse con facilidad o tener buen humor, etc…

Daniel Goleman, autor del libro “Inteligencia Emocional” dice que a la hora de tener éxito en la vida, la inteligencia cognitiva tiene un impacto de entre un 10 y un 20%, y la inteligencia emocional entre un 80 y un 90%.

Para ver más claros estos números, puede ser útil este ejemplo: recuerda un jefe que te haya marcado en tu carrera profesional de forma positiva. ¿Cuáles eran las características que hicieron que esa persona te marcara? ¿Eran aspectos relacionados con su inteligencia cognitiva o por su inteligencia emocional?

Es muy probable que la mayoría de las respuestas estén relacionadas con la inteligencia emocional, es decir, en cómo esa persona se relacionaba con su equipo.

La buena noticia es que así como la inteligencia cognitiva es estable (se puede medir el cociente intelectual con un test), la inteligencia emocional se puede mejorar.
Podemos aprender y entrenar todas aquellas habilidades relacionadas con nuestra inteligencia emocional para mejorar nuestros resultados y tener el éxito profesional y personal que deseamos en nuestra vida.

¿Qué habilidades implican ser inteligente emocionalmente?

Autoconciencia: Es importante familiarizarnos con nuestras emociones. Escucharnos y conocer nuestros impulsos (huir, llorar, estar tristes, sentir rabia…). Tienen su razón de ser y podemos aprovechar esa información. No se trata de intentar esconderlas sino de hacerles caso porque nos protegen de algo que nos molesta o nos impide lograr lo que queremos.

Gestionar emociones: Igual que es importante conocer nuestras emociones, una segunda fase es aprender a manejarlas. Nuestras reacciones no siempre son las más apropiadas. Se puede regular o cambiar la forma que tenemos de reaccionar a nuestras emociones, filtrándolas a través de la razón.

Motivación: Las emociones están relacionadas con  motivaciones para lograr nuestros objetivos. Muchas veces aparecen obstáculos que nos dificultan lograr lo que queremos. La forma en que afrontamos estos obstáculos está relacionada con nuestro nivel de inteligencia emocional. Una persona pesimista, ante un obstáculo, pensará que hay un fallo dentro de él/ella y que no se puede cambiar. En cambio, una persona optimista pensará que es un fallo ante las circunstancias y que se puede cambiar.

Empatía: Es importante entender cómo se sienten las personas que nos rodean para responder de forma apropiada. La empatía nos protege de no hacer daño a otro ser humano. No se trata sólo de entenderlo sino también de actuar en consecuencia.

Habilidades sociales: Están relacionadas con la capacidad de manejar las emociones de otras personas. Todos tenemos el poder de alegrar o entristecer a las personas de nuestro alrededor. Ese poder es muy valioso si se utiliza de una forma apropiada y a nuestro favor.

Si quieres mejorar tu inteligencia emocional y obtener mejores resultados en tu día a día, aquí tienes unas claves que te pueden ayudar:

Haz algo para mejorar las cosas. Si algo no te gusta, plantéate cómo puedes cambiarlo.

Céntrate en cómo percibes lo que te sucede y no tanto en lo que te sucede. Se puede aprender a pensar de forma optimista. Piensa que puedes hacer algo ante las dificultades.

Gestiona la forma en que tu cuerpo y mente reaccionan a tus emociones. La tensión y el estrés afectan directamente a nuestra salud y nuestro estado de ánimo. La relajación o la meditación ayudan a sentirnos equilibrados y conectados con el cuerpo y la mente. También el ejercicio físico tiene unos beneficios muy similares.

En tu búsqueda de empleo, en tu trabajo, en tu vida, ¿qué caso haces a tu inteligencia cognitiva y qué caso haces a tu inteligencia emocional? Valora cuál de las dos te va a dar más probabilidades de éxito y recuerda que se puede mejorar y aprender. ¡Está en tu mano!

Autor: Daniel Goleman